lunes, 7 de noviembre de 2016

El otoño de sus ojos perennes.

Abriste la puerta, sin más.
Saltaste el abismo, la locura, la maldad,
como hoja dulce de árbol caduco,
caes sobre el suelo, tierra húmeda de otoño.

Y te encuentras...
conoces la verdad de tu ser,
conoces los entresijos de la vida,
conoces el sabor de lo dulce, amargo, salado, agrio,
conoces el aire, la lluvia, el calor sofocante del fuego,
conoces el despertar de verano empapado en la unión de sudores,
conoces el despertar de invierno, cálido en el son y danza de los abrazos,
conoces el olor a césped, a tierra, a sexo,
conoces los besos de mañana, sus ojos clavados en tu piel,
conoces la sonrisa de su ser, sus lágrimas, sus gruñidos,
conoces sus gestos tiritantes, su temor, su rabia,
conoces su amor, su locura, su ternura.

Y respiras... sueltas todo el aire, y expiras como hoja dulce de árbol caduco,
caes sobre el suelo, tierra húmeda de otoño.
Abriste la puerta, ya está.
Saltas el abismo de las diferencias, la locura del desamparo, la maldad del mundo.

Y respiras... sueltas todo el aire, y expiras como ser,
caes sobre su pecho, la ternura de su amor hecha abrazo,
abriste la vida, sin más.

La conociste, y ya... te encuentras... brillas, amas, conoces, vives y... deja que todo siga pasando.


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